En
las situaciones de “crisis”, cuando el sistema ejecuta medidas
con las que recuperar o ampliar el margen de beneficio perdido,
surgen reformas cuya función es delimitar el ámbito jurídico de
actuación de las medidas llevadas a cabo, o por llevar, para ampliar
dicho margen de beneficios. Las medidas que se tomen pueden abarcar a
ámbitos diferentes, el internacional, estatal, etc... y como
consecuencia de ello las reformas abarcaran dichos ámbitos para así cumplir las funciones que se le encomienden, entre ellas,
reprimir, silenciar y domesticar la protesta que puedan generar.
Este
nuevo intento, que debemos afrontar, de silenciar a la sociedad,
surge, precisamente, en un contexto socioeconómico debilitado y en
el que se han aplicado y se aplican agresivas medidas de recortes sociales de los
Gobiernos autonómicos, estatales o supraestatales. Medidas que han
generado movilizaciones, denuncias y protestas pacíficas de la
ciudadanía, movilizaciones que en algunas ocasiones habían
desarbolado la normativa legal en vigor .
Las
principales medidas jurídicas a las que nos enfrentamos son dos:
-
El Tratado del TTIP, todavía no aprobado, que pretende delimitar el ámbito jurídico internacional que permita a las multinacionales la libertad de acción que necesitan para el aumento del beneficio buscado.
-
Y las llamadas leyes mordaza, (Ley 1/2015 Reforma del Código Penal, Ley de Seguridad Ciudadana, Ley de Seguridad Privada, Reforma de la Ley de Enjuiciamiento criminal, Ley orgánica 2/2015 Reforma del Código penal en materia de terrorismo,...) leyes destinadas a controlar o reprimir el descontento social generado por las medidas implantadas.
Estas
reformas legislativas, las llamadas leyes mordaza, encajan a la perfección en un contexto
económico de recortes hacia lo público, de reacción ciudadana, de
incremento de movilización social y de aparición de nuevas formas
de protesta, pero, sobre todo, demuestran una clara indiferencia del
Gobierno por el respeto de los derechos fundamentales y las
libertades públicas.
Estas
leyes no son algo nuevo, son reformas de lo ya existente y pretenden
perfeccionar el control y la represión ante la falta de cobertura
jurídica de algunas actuaciones policiales llevadas a cabo en los
últimos años. Años en los que la
represión ha sido continua (infinidad de multas, montajes
policiales, detenciones arbitrarias, juicios amañados, etc. lo
demuestran) y que, hay que recordar, se ha llevado a cabo bajo el
amparo de las leyes anteriores que ahora se reforman porque se han
quedado cortas, por ello la lucha contra las leyes mordaza no se
tiene que limitar a paralizar estas últimas reformas, sino que tiene
que desenmascarar el proceso de limitación de libertades iniciado
hace 30 años a partir de la firma de la carta única de la unión
europea.
Proceso
que se ha agudizado mediante reformas guiadas
por el concepto de derecho penal de la peligrosidad, mediante el cual
el Estado pretende tener todo controlado, supervisar todas las
actividades que hacen sus ciudadanos para que aquella que se salga de
la norma sancionarla.
Tradicionalmente
el bien jurídico protegido era la persona y sus derechos, ahora con
estas nuevas reformas los bienes protegidos son "la tranquilidad
ciudadana " y "la paz social", conceptos que enmascaran la necesidad que tiene el Poder de defenderse frente a posibles "amenazas". El proceso no es
exclusivo del Estado español, lo inicia Francia con el gobierno de
Sarkozy y su reforma del Código penal donde se crean delitos como la
mendicidad coactiva o la reunión de tres o más menores. En el Estado español nace con las ordenanzas municipales, normativas que
regulan cualquier comportamiento en la vía pública y exigen la
solicitud de autorización para casi cualquier actividad pública, el
primer ayuntamiento que legisló en este sentido fue el ayuntamiento
de Barcelona bajo mandato socialista.
Ahora
el proceso se ha generalizado mediante promulgación de las últimas leyes. Leyes que giran alrededor de una de ellas, la Reforma del Código
penal, que posibilita y legaliza a las demás. Por ello la lucha por
la justicia social debe de pasar por exigir
una AMNISTIA SOCIAL.
Una
Amnistía social para que cesen las represalias contra las personas,
por el solo hecho de pedir el fin de los desahucios, buscar comida en
las basuras, y un largo etcétera de despropositos que avergüenza a
cualquier persona con un mínimo de dignidad. Una Amnistía social
que suponga la DEROGACIÓN INMEDIATA de todas la LEYES REPRESORAS y
sobre todo las últimas legisladas.
No
pedimos que nos perdonen por haber arriesgado nuestros sueldos y
puestos de trabajo, nuestra seguridad e integridad física por luchar
contra lo que estamos sufriendo. No pedimos ni clemencia ni indultos,
reclamamos y exigimos justicia social.
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